invierno

miércoles, 26 de enero de 2011

NUC , EL OSITO QUE CAMBIÓ DE COLOR


Este es el CUENTO que he creado para el proyecto. "Llegó el tan deseado día para los dos oseznos. Na y Nuc acompañaban a mamá por primera vez a zambullirse en las gélidas aguas árticas. Próximos al agua, mamá osa les da los últimos consejos: no os alejéis, no habléis con extraños, no comáis nada raro... Se tiraron al agua. Mamá osa les enseño a nadar y a bucear. Lo hacían bastante bien para ser la primera vez. Nuc vio a lo lejos algo raro flotar en el agua. Como era muy curioso, quiso saber de qué se trataba. Se acercó hasta allí, sumergió la cabeza y con la boca abierta intentó atraparlo. Pensaba que era un pez, un pez enorme. Sin saber cómo quedó atrapado en lo que resultó ser una mancha de grasa. Nunca antes había visto ni menos aún tocado aquella sustancia tan viscosa. Apenas si podía moverse, sus párpados se quedaron pegados y su boca llena de aquella sustancia que le impedía pedir auxilio. Mamá osa miró a un lado y a otro. Por fin le divisó. Por la forma de mover sus brazos sospechó que algo le ocurría. No se lo pensó dos veces. Buceando llegó hasta él, lo agarró con su boca y tiró de él hasta conseguir sacarlo del agua. Estaba todo negro y apenas si podía respirar. Los osos que lo vieron estaban convencidos de que moriría. La madre no se dio por vencida y cargando con él llegó hasta un poblado inuit. Los esquimales aún no se habían despertado. Dejó a su hijo a la entrada de un iglú y se escondió detrás de un montículo de nieve. Cuando los inuits vieron al osito negro, se asustaron. El shamán afirmó que aquello era una mala señal. "Si nuestros osos mueren, nosotros moriremos también. Esto es una aviso. Si no cuidamos de nuestra casa, de nuestra Tierra, ¿qué será de nosotros?" El shaman cogió al pequeño osezno y lo metió en su iglú. Lo cuidó con esmero. Poco a poco fue eliminando aquella sustancia tan pegajosa del cuerpo del pequeño. Mamá osa permanecía cerca, escondida para no ser vista. Todos los días llevaba como agradecimiento un montón de peces. Por fin un día salió el osezno del iglú. Saltaba alrededor del Shamán, como si bailara. Era una muestra de agradecimiento. Su muestra de agradecimiento. Mamá osa gritó el nombre de su hijo y éste corrió hacia ella .

EL MENSAJE ESTA MUY CLARO. Estoy segura que al igual que mis niños, vosotros también sabéis cuál es.

1 comentario:

  1. Querida Pilar me encantó la historia que escribiste! Una alegría venir a tu blog y encontrarme con un cuento tuyo!
    Un abrazo!!!

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